Lenguaje inclusivo ¿sí o no?

El lenguaje inclusivo, o también conocido por lenguaje no sexista, comenzó siendo defendido por la crítica feminista de los años setenta para denunciar las marcas masculinas de la lengua castellana. La argentina Delia Suardíaz analizó la ausencia de las mujeres en diversos usos sexistas de la lengua castellana y apostó por la necesidad de un cambio lingüístico.

En la actualidad, dicho lenguaje alude al modo de expresión que evita las definiciones de género o sexo, abarcando a mujeres, varones, personas transgénero e individuos no binarios por igual. Para ello, se discute sobre el uso del masculino genérico y el uso de la @, la«x» o la «e» para la involucración de todos los individuos independientemente de su género.

Comenzando por el masculino genérico, la postura académica defiende que el masculino es el género no marcado en español. Pero ¿qué es el género no marcado? Es el de sentido más general, el de distribución más amplia y el que se recupera por defecto cuando no hay morfemas específicos.

Siguiendo la norma, el masculino es el género no marcado, es decir, que «los sustantivos masculinos no solo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino también, en los contextos apropiados, para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie sin distinción de sexos». Gramática, RAE, 2009.

Por lo tanto, a su favor se daría lo que se conoce por una economía lingüística, que consiste en minimizar el esfuerzo invertido ya sea abreviando, acortando o simplificando la forma de transmitir una misma información. De esta manera se evitaría el desdoblamiento léxico, esto es la mención de los términos tanto en masculino como en femenino en todo momento. Un ejemplo de desdoblamiento léxico: los niños y a las niñas para referirse a los niños. Es decir, con este sistema se evita mencionar ambos géneros para ayudar a esa economía lingüística de la que se hablaba. En su contra, se encontraría la invisibilización de las mujeres mediante el empleo sistemático del masculino.

Así pues, la Gramática académica indica que el desdoblamiento léxico como solución al problema «se trata de una tendencia reciente, de intensidad variable y más propia de textos periodísticos, de medios oficiales, del lenguaje administrativo o de los textos escolares».Admite su uso cuando se trate de forma general en los vocativos (fórmulas fijas como señores y señorasdamas y caballeros) en los que se interpreta como una marca de cortesía y, en el resto de los casos, solo cuando el contexto no deja suficientemente claro que el masculino plural contiene ambos sexos. Pero, salvo esos usos, la Academia indica que resulta artificioso, hace que los textos sean ilegibles y provoca hastío en el lector. Recalca que se trata de un «circunloquio innecesario cuando el empleo del género no marcado es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo».

Algunas agrupaciones del colectivo LGTBI+ sugieren el uso de la @, la letra «x» e incluso la vocal «e» para no marcar ni un género ni otro con la intención de ayudar a referirse a aquellas personas que no se sienten identificadas como mujeres, como hombres o que no lo hacen siempre del mismo modo y que no quieren limitarse a un sistema binario que consideran constrictivo. A pesar de ello, solo es admisible en ciertos contextos en los que visualmente puede resultar expresivo (una manifestación verbal creativa y provocadora, un recurso gráfico más propio de pancartas y lemas), pero se recomienda no emplearlo en textos generales por la imposible pronunciación de las palabras resultantes.

Sin embargo, hay otras alternativas que pueden ayudarnos a evitar la mención sistemática en masculino. El Observatorio de Igualdad de Género de la Universidad de Zaragoza propone garantizar la igualdad de trato a todas las personas evitando el uso excluyente y utilizando el uso incluyente de la siguiente manera:

  • Con el uso de sustantivos genéricos, colectivos o abstractos: la persona interesada” en lugar de “el interesado”, “la ciudadanía” por “los ciudadanos”; “profesorado o alumnado” en vez de “profesores o alumnos” …
  • Con el uso de sustantivos, adjetivos y otros adyacentes sin marca de género: cada representante” en vez de “todos los representantes”.
  • Empleo de relativos: “quien solicite la ayuda” en lugar de “el que solicite la ayuda”.
  • Con el uso de adyacentes preposicionales y omisión del sujeto: “personas con interés en” para evitar “los interesados”; “se podrá reclamar en.…” frente a “el afectado podrá reclamar en…”.
  • Con la modificación del verbo y sus complementos: “les agradecemos” para decir “estamos agradecidos”.

Siguiendo su propuesta, otras formas serían mediante el uso de sustantivos epicenos (cónyuge, persona, víctima, clientela o plantilla), sustantivos abstractos (dirección, presidencia, alcaldía, secretaría, etc.), paráfrasis (el ser humano por el hombre o el personal administrativo por los administrativos, la clase trabajadora, la comunidad educativa), aposiciones explicativas (se contratará personal docente, tanto hombres como mujeres, para el cuidado de…).

En definitiva, tal y como reconoce Fundéu, hay un debate en el mundo de la lengua y su relación con la sociedad. Mientras unos creen que el idioma va cambiando a medida que cambia la sociedad, otros opinan lo contrario, que solo impulsando cambios en la lengua lograremos que cambie la realidad. Bien es cierto que ambas posturas podrían ser válidas, pero los cambios gramaticales son más lentos y complicados que los ortográficos o léxicos, éstos deben ser cambios generalizados utilizados por la mayoría de los hablantes en su día a día, con naturalidad, para que la Academia los recoja. Sí, has leído bien. En España, como en otros países donde hay una Academia de la Lengua, se percibe lo que se conoce por académicocentrismo, la Academia parece que es el centro, todos buscamos en ella y si no aparece le quitamos valor. Por lo tanto, se sobrevalora. Lo que debemos saber es que la Academia no es un juez, sino un notario que se encarga de incluir los vocablos que se están utilizando en la sociedad, es decir, recoge las palabras que utiliza un gran número de hablantes. Para concluir, si se quiere que entiendan que el masculino ya no es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, deberá haber un fenómeno mayoritario de este no uso del masculino genérico y entonces la Gramática académica, notaria de la lengua, previsiblemente acabará aceptándolo.

Artículo elaborado por PAULA BARRIENDO CEBRIÁN

Recursos webs para ampliar información:

https://observatorioigualdad.unizar.es/

https://www.rae.es/recursos/gramatica/nueva-gramatica

https://www.fundeu.es/

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