El sistema de partidos de la Segunda República Española: características y evolución cronológica

Unas de las principales características que acontece a la segunda experiencia republicana española es su sistema de partidos. No en vano, coincidiendo con esta etapa democrática, surgieron un sinfín de agrupaciones políticas, que vulgarmente vino a representar una «sopa de siglas», pero que reflejaba el espíritu democrático ondeante en la sociedad española de los años 30, máxime en un concierto internacional complejo con el ascenso de los totalitarismos. Así pues, el presente artículo tiene por objetivo esbozar someramente las particularidades principales del sistema de partidos de la España de la Segunda República tomando como referencia evolución cronológica.

De entrada, conviene matizar que todo sistema de partidos constituye un sistema de representación social. Se trata de grupos sociales identificados con asociaciones o partidos, medio por el cual les permite hacerse con el control político para poner en marchas medidas programáticas de acuerdo con su ideología. Por tanto, hablar de derechas e izquierdas, cuyo empleo se debe a la posición que ocuparon los girondinos y jacobinos en la Asamblea Nacional durante la Revolución Francesa, alude a un espectro político donde el centro se concibe como un espacio político, nunca como una ideología. De este modo, por centro se entiende aquel espacio político ocupado por un partido en un momento concreto dada la existencia de partidos más a la izquierda y la derecha respectivamente.

Grosso modo, el sistema de partidos políticos de la Segunda República se puede organizar en tres grandes espacios: una izquierda obrera, donde el PSOE será el partido principal; una derecha, que en los primeros compases de la experiencia republicana estarán bajo el shock que significó el hundimiento de la corona en abril de 1931, pero que al calor del descontento de los grupos sociales conservadores acerca de las reformas republicano-socialistas irán reorganizándose; y un conjunto de partidos republicanos donde cohabitan posiciones políticas desde la izquierda burguesa de Manuel Azaña a la derecha de Niceto Alcalá-Zamora, pasando por los radicales de Alejandro Lerroux. (JULIÁ DÍAZ, S., 2006)

Partidos republicanos

En primer lugar, dentro de ese espacio político de centro, nos encontramos con el Partido Republicano Radical (PRR), fundado por Alejandro Lerroux en 1908. Partido que es un defensor del laicismo y la separación de la Iglesia y el Estado, cuyo lema era «Una República para todos los españoles», un partido con una falta de programa político coherente y con carencias organizativas, que si bien consiguió un cierto apoyo social. No en vano, alcanzan el ejecutivo de la República durante el llamado Bienio Radical-Cedista (también conocido Bienio Negro por la historiografía izquierdista). Sin embargo, dicho pacto con la CEDA de Gil Robles, implicaría un acercamiento del partido hacia la derecha, lo cual la costará la salida de su número 2, el sevillano Diego Martínez Barrio, quien representaba el ala más izquierdista del PRR, fundando Unión Republicana (UR) en 1934. Esto, unido a los casos de corrupción (Estraperlo o Nombela) en el otoño de 1935 que salpicaron al partido, explicarán los pobres resultados de las elecciones generales de febrero de 1936 (1 diputado). (CASANOVA, J., 2007).

Por añadidura, dentro de ese espacio de centro tenemos «Al Servicio de la República», que en sus filas contaba con personalidades como el filósofo José Ortega y Gasset o el médico Gregorio Marañón. En cierto modo, venía a representar a ese grupo de intelectuales que pretendieron ser la conciencia ética del régimen republicano.

A continuación, pasamos a los partidos republicanos de izquierda. Un espectro político donde se encuentra Acción Republicana (AR), bajo el liderazgo indiscutible de Manuel Azaña, representando un grupo político perteneciente a esa burguesía de izquierdas. Un Azaña que, con 26 diputados obtenidos en las elecciones de junio de 1931, conseguirá formar un gobierno republicano-socialista, autor de una amplia batería de reformas que caracterizaron al llamado Bienio Azañista o Republicano-Socialista (1931-1933). Más cercano a la izquierda, nos encontramos con el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS), con figuras políticas como Álvaro de Albornoz (impulsor de la Ley del Divorcio desde la cartera de Justicia); Marcelino Domingo, el «Quijote de la República» como lo llamaría cariñosamente su amigo Antonio de Lezama y valedor de la Reforma Agraria durante el Bienio Republicano-Socialista; o Victoria Kent, Directora General de Prisiones que eliminó los grilletes del sistema penitenciario español.

Igualmente, en este grupo de partidos republicanos de izquierdas se encuentran asociaciones políticas de tipo autonomista como la Organización Republicana Gallega Autónoma de Santiago Casares Quiroga; o la Esquerra Republicana de Catalunya de los presidentes de la Generalitat Francesc Maciá y Lluís Companys. Este partido, actualmente presidido por Oriol Junqueras, durante la República nació con la idea de intentar agrupar a las aspiraciones de cambios sociales y la burguesía catalana de corte republicana, con las aspiraciones autonomistas de Cataluña. (GIL PECHARROMÁN, J., 2006).

No obstante, mención especial recibe Cataluña. En alusión al «solapamiento de una doble estructura de partidos: la nacional y la regional» (RAMÍREZ, M., 2006), lo cierto es que la región catalana conoció una disputa política en la ERC de Macià y Companys y la Lliga Catalanista de Francesc Cambó.

En realidad, las líneas programáticas de estos partidos (ORGA, PRRS, AR), eran muy parejas, residiendo la principal diferencia en sus líderes. Así pues, de cara a las elecciones de febrero de 1936 se coaligan bajo la denominación de Izquierda Republicana.

Por otro lado, nos encontramos con los partidos republicanos de derechas, que en un primer momento estaba representado por la Derecha Liberal Republicana (DLR) del presidente del Gobierno Provisional, Niceto Alcalá-Zamora, y su ministro de Gobernación (actual Interior), Miguel Maura, hijo del reconocido político de la Restauración Antonio Maura. Se trata de un partido que intentó atraer las clases conservadoras a la experiencia republicana, siendo un estrepitoso fracaso a tenor de los resultados de junio de 1931, obteniendo la formación 22 diputados en Cortes. DLR acabará escindida entre el Partido Republicano Progresista, dirigido por César Juarros, pero en la sombra estaba la figura de Alcalá-Zamora, y el Partido Republicano Conservador de Maura (fundado en enero de 1932). Asimismo, a esta derecha republicana debemos añadir el Partido Republicano Liberal Demócrata de Melquíades Álvarez que contaba con una base electoral fuerte en Asturias, manifestando una abierta oposición a los gobiernos azañistas. (GIL PECHARROMÁN, J. 2006)

La izquierda obrera

En el lado más a la izquierda del espectro político de la Segunda República, destaca el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879. Un partido que durante la República irá en crecimiento, ganando las elecciones de junio de 1931 (obteniendo 116 diputados), descendiendo a 58 en noviembre de 1933, para subir nuevamente a 99 en las generales de febrero de 1936. En este momento, se asiste a un PSOE dividido en dos grandes líneas: los socialdemócratas de Indalecio Prieto y Julián Besteiro partidarios de retrasar los planteamientos revolucionarios, y la rama más revolucionaria que consideraba la República como camino para el socialismo, representada por Largo Caballero, secretario de UGT. Por ende, se trataba de un partido que debía contar con un cierto grado de legitimidad exterior sindical. (JULIÁ DÍAZ, S., 2006).

Más a la izquierda se encuentra el Partido Comunista de España (PCE), surgido de la rama bolchevique del socialismo, que contará con una relativa importancia en ciudades como Sevilla o Madrid. En el IV Congreso del partido (Sevilla, marzo de 1932), se erige como líder a José Díaz, incorporándose en sus filas Dolores Ibarruri, más conocida como «La Pasionaria». En diciembre de 1933 sería nombrado el primer diputado a Cortes del PCE, Cayetano Bolívar, por la provincia de Málaga. Igualmente, también próximo a la extrema izquierda y de tendencia antiestalinista se encuentra el Partido Obrero Unificado Marxista (POUM) de Andrés Nin.

Mención aparte se encuentra la Confederación Nacional de Trabajo (CNT), considerando la República como el último peldaño previo a la proclamación del comunismo libertario. Si bien, existe una división en sus bases entre los trentistas de Peiró y Ángel Pestaña, quienes manifiestan una postura más moderada hacia la República, y la Federación Anarquista Ibérica (FAI) de Buenaventura Durruti, defensor de la vía insurreccional y armada.

La derecha

Ciertamente durante buena parte del Bienio Azañista se asiste a una ausencia de partidos de derechas, producto de una ideología política que trata de recuperarse tras la marcha de Alfonso XIII. No obstante, canalizando el descontento de los sectores conservadores del país, principalmente los propietarios agrícolas ante la Reforma Agraria, y la masa católica por la secularización del Estado, la derecha conformará un partido fuerte: la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). La CEDA se trata de una conjunción de partidos conservadores, católicos y de derechas, liderado por Acción Popular (AP) de Gil Robles, defendiendo un discurso accidentalista (ni monárquico, ni republicano), resumido en su lema: «Religión, Patria, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad». Tal caló su discurso que, en noviembre de 1933, favorecido por el sistema electoral mayoritario, vencerá en las elecciones obteniendo 115 diputados. (GIL PECHARROMÁN, J., 2006). Igualmente, también próximo a la CEDA se encuentra el Partido Agrario Español de Martínez de Velasco, representante de una derecha agraria, muy arraigado socialmente sobre todo en el norte de España.

En otro orden de cosas, se encuentra el Partido Nacionalista Vasco (PNV) experimentará una evolución ideológica. De este modo, al comienzo de la República se identifica como un partido claramente de corte conservador, muy próximos a los carlistas, y con una marcada confesionalidad católica. Sin embargo, la defensa de la elaboración de un Estatuto de Autonomía del País Vasco, junto con la entrada en el partido de nuevas figuras políticas como José Antonio Aguirre, supondrá un viraje del PNV hacia posturas más liberales y prorrepublicanas. No olvidemos que el PNV decide entrar en el gobierno de Largo Caballero (ya estallada la Guerra Civil) a cambio de recibir un respaldo del ejecutivo nacional al Estatuto de Autonomía vasco.

Por añadidura, dentro de las derechas encontramos los partidos políticos de signo monárquico. Por la vertiente carlista destaca la Comunión Tradicionalista Carlista, resultado de la unificación de enero de 1932 entre integristas y tradicionalistas; mientras que por la vertiente alfonsina se encuentra Renovación Española (RE), donde estarían políticos como Calvo Sotelo (ministro de Primo de Rivera durante el Directorio Civil) o José María Pemán.

Con respecto a los grupos más situados en la extrema derecha, el punto de partida lo ubicamos en 1930 con el Partido Nacionalista Español del doctor Albiñana, origen del partido filonazi Juntas Ofensivas Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo. La JONS terminaría por fusionarse con otro pequeño partido derechista de inspiración fascista, la Falange Española del joven José Antonio Primo de Rivera, quien decide emprender el camino en la política con el objetivo de defender la memoria de su padre.

Conclusión

En paralelo al tránsito del viejo y corrupto sistema de la Restauración al nuevo modelo republicano se produjo una transformación del sistema de partidos. Así pues, mientras 1930 marca la liquidación de los partidos de la Restauración (conservadores y liberales); tiene lugar el ascenso de los partidos republicanos, muchos de ellos bajo el liderazgo de una personalidad capaz de aglutinar un cierto apoyo social, como el PRRS de Alborzno, AR de Azaña o PRR de Lerroux. Progresivamente se irían conformándose un sistema de partidos durante la Segunda República española, experimentando transformaciones a modo de aparición/desaparición y escisión de partidos. Así pues, a la altura de febrero de 1936, a tenor de los resultados de las elecciones a Cortes, se puede apreciar un sistema de partido que presenta signos de madurez: un fuerte partido en la izquierda (PSOE), otro fuerte partido en la derecha (CEDA), y en el centro político un apoyo social importante reflejado en el número de escaños obtenidos por la UR de Barrio y la IR de Azaña.

José Luis Moreno Pérez

Bibliografía

CASANOVA, J. (2007). República y guerra civil. Barcelona. España. Crítica-Marcial Pons.

GIL PECHARROMÁN, J. (2006). La Segunda República Española (1931-1936). Madrid. España. Editorial Biblioteca Nueva.

JULIÁ DÍAZ, S. (1996). El sistema de partidos en la Segunda República. Revista de historia contemporánea, nº 7, pp. 201-220.

RAMÍREZ, M. (2006). Sistema de partidos y parlamento durante la Segunda República: (una reflexión objetiva 75 años después). Corts: Anuario de derecho parlamentario, nº17, pp. 285-298.

Fuente de imagen de cabecera: https://diario16.com/14-abril-ano-mas-sin-democracia/ (recuperado el 6 de febrero de 2018).

 

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